Uno de los puntos culminantes de esta experiencia es el llegar a colocar un nuevo caché, pero para ello, no lo es menos el buscar, rastrear, pasear por las zonas por las que tenemos pensado el colocar uno nuevo.
En una de nuestras salidas por nuestro entorno, hemos podido toparnos con parajes insospechados, lugares de cuento a sólo unos kilómetros de nuestros sitios habituales. El visitar un monte, aunque no sea muy grande, y sea únicamente ahora un pinar circunstancial, es un momento mágico: Estar rodeado de árboles y sentir la quietud y el silencio. El olor, el olor del monte que nos invade y se nos mezcla hasta el fondo del alma. Un latigazo de libertad y evasión que nos invade y que nos entretiene. Quieres quedarte más, que dure siempre...
Eso no puede ser, el show debe continuar, pero la experiencia de libertad recarga los ánimos y te hace volver a escena con más energía.
Es realmente divertido juntarse, pensar en el proyecto común, ¿cómo podemos hacer que se sorprendan los visitantes? ¿Dónde podemos colocar un nuevo caché para que se lleven una grata impresión? ¿Qué lugar pueden visitar para que su visión cambie de la impresión que originalmente tenían?
Todas estas preguntas es bueno hacerlas y reflejan los buenos momentos que pasamos realizando, en medio de nuestra vida cotidiana, grandes aventuras de geocaching.
Dejamos por aquí alguna foto de las experiencias y un avance para próximos cachés. Queda alguna ínfima parte del antiguo monte de Castilla, pero en la primavera incipiente, todo quiere seguir brotando. La vida sigue su curso.